jueves, 14 de mayo de 2009

y fueron felices para siempre..........FIN

viernes, 8 de mayo de 2009

¿QUÉ PASA?

¿Ya nadie va a escribir?

sábado, 25 de abril de 2009

María.

Después de la charla que tuvieron durante horas, Gaby se quedó completamente dormida en los brazos de José Luis. Sin embargo él no podía dormir, había algo que lo perturbaba, algo que había decidido guardar en lo más íntimo de su ser, algo que ni la mismísima Gaby sabía, pero que había salido a la luz con todo el problema de Victoria. Regresaron todos los dolores y recuerdos que había decidido dejar afuera de su maleta con destino a México, pero que por más que tratara de escapar, tarde o temprano regresarían.

Y todo esto tenía que ver con la muerte de María, su antigua novia y casi esposa, una uruguaya que había llegado a Perú muchos años atrás por el trabajo de su padre. José Luis la había conocido en la universidad, él estudiaba letras hispánicas y ella filosofía. Desde que la conoció, sus ojos lo cautivaron, pasaban mucho tiempo juntos, los dos disfrutaban de la compañía del otro, de cierta forma se complementaban. Viajaban seguido hacia Cusco o Machu Pichu, el lugar preferido de los dos. Pasaron tres años juntos hasta que decidieron casarse, querían terminar la carrera para después formalizar su relación. Tenían varios planes a futuro, pero todo se vino abajo con la repentina muerte de María.

Habían planeado asistir a una fiesta juntos en un pueblo cerca de Lima, pero una fuerte discusión impidió a José Luis asistir. Los celos carcomían el interior de José Luis, quien no podía ver a Rodrigo, ex novio de María, ni en pintura. Ella le explicaba que ya no había nada entre ellos, pero José Luis no entendía, ella se sentía asfixiada.

“¡Vete! ¡Vete con él! ¡Y no vuelvas más!” – le gritaba José Luis.

“¡Ya te dije que no voy con él! ¡Voy con mis amigas! Y contigo si lo deseas, pero por favor cálmate José” – le decía ella.

Pero él no entraba en razón y seguía gritando y aventando cosas. Por lo que María con su bolsa en mano y su pequeña maleta salieron por la puerta para no volver más.

En la madrugada de esa misma noche, la llamada de Mariana, la hermana de María, despertaba a José Luis para informarle de la tragedia: María y su ex novio Rodrigo habían perdido la vida, a causa de un accidente automovilístico. Una carambola de coches habían chocado en la carretera de regreso a Lima.

Nada fue igual desde ese momento para José Luis, quedó totalmente deshecho. Meses después tomo sus cosas y huyo hacia México. La muerte de Victoria le había hecho recordar a María, su antiguo amor, quien también había muerto en un accidente en la carretera, y cuya muerte tampoco había quedado del todo clara para él. Muchas interrogantes rodeaban su mente, nunca supo porqué María estaba con Rodrigo, ella le había asegurado que no iría con él. Así mismo, se cuestiono que hubiera pasado si hubieran asistido juntos a la fiesta.

Quizá era tiempo de volver a Perú para atar cabos sueltos. No podía engañarse a sí mismo, la muerte de María seguía atormentándole.

jueves, 23 de abril de 2009

El día exacto no lo sé, llevo semanas encerradas escribiendo. Pero del mes sí estoy segura y con las lluvias de los últimos días… Estamos en Junio sin duda. Junio de 2007.
He pasado todo el día con Lucero. Ahora no puedo dormir pensando en lo mucho que me ha recordado ese capítulo de Rayuela en el que la Maga explica por qué no le da buena espina madame Iréne… ¿Era el 32? Sí, era ese…
“Ella dice que todo está muy bien y que eres un niño encantador, pero mientras habla esconde las manos en los bolsillos del delantal como hacen algunos animales malignos, Rocamadour, y eso me da miedo. Cuando se lo dije a Horacio, se reía mucho, pero no se da cuenta de que yo lo siento, y aunque no haya ningún animal maligno que esconde las manos, yo siento, no sé lo que siento, no lo puedo explicar.”
Hoy descubrí ese gesto suyo. Odio cuando noto algo así. Nunca más dejo de notarlo.
“Todo es tan raro , Rocamadour, por ejemplo me gusta decir tu nombre y escribirlo, cada vez me parece que te toco la punta de la nariz y que te reís, en cambio madame Irene no te llama nunca por tu nombre, dice l´enfant, fíjate ni siquiera dice le gosse, dice l´enfant, es como si se pusiera guantes de goma para hablar, a lo mejor los tiene puestos y por eso mete las manos en los bolsillos y dice que sos tan bueno y tan bonito.”
Cortázar, Cortázar.
Por qué no puedo sólo quedarme con los bonitos labios de Lucero. Por qué no veo sólo eso.
Hoy odié ese gesto.
Parece que la lluvia no me trae buena suerte.
José Luis le dijo buenas noches. Sus últimas buenas noches. Cada quien tendría las suyas mucho tiempo, pero nunca volverían a compartir ese mutuo deseo. Habiéndose prometido desvanecer con la noche y con la historia que habría de cobrar tantas vidas no durmió. Una promesa que sólo se había hecho a sí mismo...

Calculo las horas y sus minutos con una matemática que no era característica recurrente en los que se dedican a escribir sus peores sueños diurnos, pero José Luis era como Victoria, impredecible con cada capítulo que arrinconaba su vida intempestivamente en un final para las lágrimas. ¿De frente? No, jamás. Siempre intentó decirle a Gaby tanto sin palabras. Algunas veces podía. "Te regalo esto". Bill Evans. Peace Piece. Y José Luis cada vez, con voz casi paternal le hablaba a Victoria de todas esas canciones que sin decir nada le contaban tanto. "Es sólo un pinche piano, y me lo dice todo. Como el Serpa Pinto, ¿te acuerdas?, -dijo, siempre con el acento del lugar en donde estaba-, te enseñé una foto de ese barco. Qué historias podría contar, y lo hace al verlo." A Gaby nunca le gustó, pero nunca se lo dijo.

Estarían a mano, pensaba él, mientras bajaba las escaleras. Por las persianas apenas se asomaba en pedacitos la luna de primavera. Pudo ver, envuelto en esa luz cuarteada el sillón de la sala. Puso los papeles recargados en el respaldo, mientras Gaby dormía con un semblante que parecía ahuyentar a aquellos sueños que la traían en vela. Y José Luis quiso recordarla así mientras se alejaba con los ojos clavados en el retrovisor. El guión que había dejado en manos de Gaby terminaba con un caduco suspiro de Nicolás, su personaje de siempre con nombres distintos que apenas articulaba varias palabras siguiendo una a la otra entre espacios casi eternos. "El miedo le gana a todo".

A José Luis parecían inspirarle los funerales en primavera.




domingo, 19 de abril de 2009

José Luis Sterne



Mientras se arregla, Gaby ve en su espejo la notita de José Luis. La frase de Paul Auster vista tantas veces, hoy adquiere un significado nuevo: “Todo puede cambiar en cualquier momento, de repente y para siempre.”

José Luis le escribió la frase la última vez que se vieron. Habían pasado la noche juntos como cada vez que Gaby iba a México o José Luis a Puebla desde hacía dos años. ¿Cómo se habían vuelto amantes la amiga incondicional de la “promesa de la literatura femenina mexicana” Victoria Larrea y el escritor peruano José Luis Sterne? Fue precisamente Victoria quien los presentó e inmediatamente surgió entre ellos una complicidad asombrosa. Cuando estaba con él, Gaby podía ser plenamente ella, lejos de las sombras de Nico y Victoria que normalmente la opacaban; no había presiones por fingir, por ocultar las cosas. Gaby y José Luis se conocían perfectamente, sabían qué le pasaba al otro sin hablar, se complementaban sexualmente, pero sus defectos eran tan parecidos que eran incapaces de estar juntos más de un par de días sin acabar en un pleito monumental. Grandes amigos, perfectos amantes que sabían bien que nunca pasarían de eso, ni lo pretendían.

Gaby pensó que José Luis debería estar por regresar. La presentación del libro en la Ciudad de México se había cancelado por el accidente de Victoria, pero antes del funeral se tuvo que ir a una gira para promocionar su última novela en Iberoamérica. También se iba a quedar unos días en Lima para visitar a su vieja tía (el único pariente que le quedaba en Perú) y a la familia de una antigua novia que se había muerto repentinamente unos días antes de su boda. José Luis se había ido del Perú –como le llamaba él– huyendo del dolor y los recuerdos y la larga huída lo había llevado a México hacía tres años.

Gaby, pensando en voz alta como hacía con frecuencia –clara secuela de tantos años de vivir sola– dijo: “Qué razón tenías, José. Yo me reí de la aparente obviedad de lo que habías escrito y tú me dijiste que en cualquier momento podría adquirir un significado completamente nuevo. Pues ya lo tienes, seguro nunca pensaste que sería tan pronto.” Acababa de llegar a su oficina cuando Anabel, su secretaria, le pasó la llamada. La voz de José Luis hizo que la soledad y la desolación que la rondaban en los últimos días le resultaran insoportables.

–Gabriela, recién volví anoche y esta mañana en un desayuno con gente de la editorial supe lo de Nico, ¿cómo estás?

–Muy mal, realmente todo cambió para siempre pero no sólo en un instante, mi vida cambia y cambia y cambia. Parece que cada día hay un nuevo acontecimiento, una nueva revelación con el sólo objeto de transformar mi mundo, de convertirme en una persona nueva.

–¿Quieres que vaya? – Preguntó José Luis respetando el acuerdo de nunca invadir el espacio del otro sin previa autorización.

– ¡Por favor! Realmente necesito poner en orden mis ideas y sé bien que en este momento no podría hacerlo sola. A ratos siento que alguien, o quizá incluso más de una persona, con un retorcido sentido del humor se empeñara en convertir mi vida en una mala telenovela.

–Tranquila, ya me contarás todo más tarde. ¿Te parece bien que llegue a comer?

–Sí, me parece perfecto. Creo que podré tomarme la tarde libre. Mi jefa lleva semanas diciéndome que me tome más tiempo y le dará gusto que por fin le haga caso. ¿Nos vemos en mi departamento? No me vayas a dejar plantada. Te juro que esto es más truculento que una novela de Victoria, más extraño que todos tus cuentos juntos.

–Ahí estaré.

Esa misma tarde, Gaby hace un esfuerzo extraordinario por contar de un modo inteligible los acontecimientos de las últimas semanas. José Luis la escucha atentamente interrumpiéndola un par de veces para pedirle más detalles. Oyen tres veces la cinta con la voz de Nico y Gaby termina ahogada en llanto en los brazos de José Luis, quien la consuela en silencio durante varios minutos antes de hablar lenta y enfáticamente.

–Definitivamente, la historia tiene muchos cabos sueltos. No debes abandonar la imagen que tienes de Nico y Victoria ni emitir una nueva opinión hasta que hayamos entendido un poco más. Hay muchas cosas que no me gustan: La grabación de Nico, realmente parece que está leyendo un guión, fíjate, hasta se atora en algunas palabras. Y Lucero, realmente no tiene sentido que si Victoria fue tan importante en su vida y Nico, quien detrozó su felicidad ¿por qué fue al velorio de Nico y no al de Victoria? Lo que Lucero cuenta de sí misma no coincide con lo que Victoria me dijo la única vez que la mencionó. No sé si sea por ser escritor o porque ya se me subió la tinta al cerebro como me has dicho más de una vez, pero realmente me parece que Lucero se está comportando como personaje. Que te haya citado en el muelle de la Laguna de San Baltazar para darte una grabación que ella no debería tener y sin haberte explicado por qué la tenía, parece demasiada ficción ¿o no? Necesitamos saber quién está narrando esta historia, quién mueve los hilos de Lucero y sus historias sórdidas… ¿Qué pasó con la casa de Victoria, con su diario, con su computadora? ¿Y la familia de Nico? Nunca me dijiste si su hermana vino al funeral. ¿Decidió Laura volver a este país y a esta ciudad a pesar de haber jurado el verano pasado no hacerlo nunca más?

–¿Y lo de anoche? Te juro que fue el sueño más real que he tenido en mi vida.

–No lo sé, pero no pienso dejarte sola hasta que hayamos entendido todo. Ya le pedí a mi agente que cancele todas mis presentaciones en los próximos días. Pienso dedicarte y dedicarle a Victoria todo el tiempo necesario para descifrar esta novela.

martes, 14 de abril de 2009

recobrando el pasado

Era un martes días antes del trágico accidente, acababa de llegar Lucero a casa de Victoria, ella la recibia felizmente, pues, por lo que se entendía se encontraba agradecida de verla llegar, algo que no se entendia bien le estaba contando, Lucero parecía consternada y con un dulce y callado beso la consolaba... pero algo inesperado sucedió en ese momento, Nico llegaba en ese preciso instante sin hacer ruido pues quería sorprender a Victoria, pero la sorpresa la recibió el, al ver ese beso, ese beso que lo transtornaria hasta el día de su muerte, el no lo podia creer, su mente se volvio un mar de pensamientos confusos no supo que hacer, parecía que no era él.
Un ruido lo delató y Victoria y Lucero se percataron de su presencia, Victoria quería explicar pero él no hacía caso simplemente gritaba y aventaba golpes al vacío, salió corriendo y no supieron nada más de él.
En los días siguientes Nico siguió a Victoria, ocultandose en una nube de dolor y de agonía que no hacían más que torturarlo.. pero ¿qué iba a hacer Nico?.. en un arranque de exitación se dirigió al coche de Victoria y sin saber porqué corto los frenos.
Esperó a que saliera Victoria del lugar en donde estaba para verla por una última vez, pero algo no estaba bien, Victoria hablaba por teléfono... !No es posible Lucero! era lo único que alcanzó a escuchar... y sin más ni menos Victoria subio al coche...
Sonó la alarma.. eran las 7 de la mañana y Gaby despertaba sudando frío, no sabía si el sueño que había tenido era real o pura fantasía, pero ahora encajaba.. Nico estaba enfermó pensó ella.. seguramente empezó a recordalo todo cuando le dije lo de los frenos, empezó a recobrar cada recuerdo disuelto en el aire hasta que sucumbió en su muerte.... pero y si era cierto ese sueño, Lucero guardaba aún otro secreto... y Gaby estaba dispuesta a descubrirlo